- MIRADAS AL FUTURO -
"Microrrelatos del Renacimiento: episodio XIV"

AQUENDE: LLANTO POR UN OLVIDO

Una suave brisa rasga la delicada y sutil neblina otoñal, cuyos filamentos se entrelazan simulando una danza abstracta y fugaz. Languidecen las farolas y las últimas luces dan paso a los tímidos albores del amanecer y, de nuevo, como cada día, contemplo, resignado, cómo Allende se envuelve, entre rumores de vida, en la febril actividad de la juventud heredada. Observo, desde mi atalaya de soles antiguos y sin reproche alguno, un cierto desdén adolescente en ese ajetreo urbano. Entristecido, dejo vagar la mirada por mis casas, mis templos, mis edificios, mis calles… mi historia, ¡la historia de Miranda! Y solo experimento soledad y olvido.

Casco Viejo me llaman, mientras horadan mis cimientos y mi imagen con solares que, como almenas desmochadas de un castillo en ruinas, emulan la sonrisa, tímida y huidiza, de un anciano desdentado. Un clamoroso silencio, fruto de una pena infinita, explota en llanto. Llanto que, por los ojos de mis puentes, el gran río lleva al mar mi sufrido desencanto. ¿Casco Viejo? Con la rigidez erguida de La Picota y mis raíces pétreas sujetando mi secular historia, me incorporo y, sobre mis muros, reclamo, con fueros y blasones, el pago de vuestra atención por los insignes servicios prestados. ¿Acaso no oís el tañido de mis campanas, cuyos sones metálicos el eco y el viento reclaman? Poca honra merece quien a su origen progenitor ignora y desprecia. Me niego a someterme a la indiferencia. Tengo el Consistorio, por lo tanto, mantengo el corazón latente que marca el pulso de la ciudad. Ante mí se muestran erguidos y alborozados los mirandeses en fechas señaladas, y entonces es cuando experimento una sensación de esperanza. Esperanza mil veces abortada y perdida en el devenir de los días. Ese corazón, ingrato y falsario, cuyo torrente sanguíneo fluye al atardecer hacia Allende, dejándome solo con las sombras del pasado. Es entonces cuando, en mi soledad, pienso que las cadenas, otorgadas por el rey felón, siguen siendo una carga excesiva para mis seculares y maltrechos cimientos. Y una vez más, la voz del poeta golpea mis piedras y susurra entre mis calles vacías: “…el peor sentimiento es el sentimiento de la esperanza perdida”.

De nuevo amanece, y con la claridad del día y el rumor, eterno y vital, de las aguas del río, vuelvo a contemplar a ese bullicioso Allende y levanto la voz, serena y firme, reclamando para mí una parte de lo mucho que ofrecí. Ya no ejercen los fueros. Ya no se litiga, juramentándose bajo las piedras de mis templos; sin embargo, existen las dos orillas, como una húmeda herida que no cicatriza. ¡Allende, tan cerca de mí y tan lejano!

 


Autor del texto:
Alejandro Almarcha Ruiz, es periodista y ha sido director del Diario de Soria-El Mundo.

Autor del vídeo:
Javier Guinea, nacido en 1984 en Allende, vecino desde hace años de Aquende. Científico de formación, artista de corazón.

Piloto de dron:
Pablo de Juana.

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