Estas calles te vieron crecer y fueron el comienzo de esta maravillosa ciudad. No se puede concebir el sentimiento mirandés, el sentimiento rojillo y, a la vez, abandonar a su suerte al Casco Histórico que representa la historia de tu ciudad, aparca tu indiferencia.
Nuestro objetivo es devolver la vida a este barrio y que llegue gente atraída por su renovación. Vamos a rehabilitar las casas de los que ya están, rehabilitar las abandonadas y construir nuevas en solares olvidados para llenarlos de vida, de niños corriendo por estas calles, orgullosos de un barrio comprometido, ecológico y limpio. Un barrio abierto al río, a las huertas, a la picota, donde brille nuestro patrimonio restaurado y nunca vuelva a caer en el olvido.
Necesitamos tu ayuda para llevar a cabo esta labor. Uno de nuestros principales objetivos es abrir una oficina de información y gestión que informe, asesore y acompañe a los vecinos en el proceso de rehabilitación para que sea un éxito. Desde esta misma oficina se buscará la fórmula para promover los solares vacíos, mejorar los servicios del barrio así como la recuperación de los edificios patrimoniales. También se realizarán actividades culturales y lúdicas de distinta índole para concienciar a la ciudadanía de la importancia del barrio de Aquende en la historia de la ciudad.
• Informar, gestionar y proponer las intervenciones de Rehabilitación Energética a los edificios de viviendas, en los que sea factible esta intervención, para conseguir en ellos un nivel sanitario, de confort y de consumo similar al de los edificios de nueva construcción.
Promover la edificación sobre los solares vacantes, estableciendo un sistema de agrupación y ocupación para detener el progresivo vaciado que genera la
descontrolada alteración formal y funcional de la histórica trama urbana, con la pérdida de calidad ambiental que ello supone.
Priorizar las mejoras de los servicios de limpieza, vigilancia, alumbrado, salubridad, gestión de residuos, así como las de sus dotaciones y formular los cauces que posibiliten una movilidad urbana adecuada a la escala del núcleo, priorizando la participación ciudadana y su peatonalización con la integración de los márgenes del rio compatibles con su protección.
Estimular la recuperación y la integración urbana de los edificios patrimoniales. En especial la recuperación de la antigua iglesia de San Juan.
El 28 de Junio de 2022 un grupo de ciudadanos de diversos sectores profesionales se reúnen ante el alarmante estado del barrio de Aquende y deciden crear la asociación Renacimiento Patrimonio Histórico de Miranda de Ebro.
Esta asociación, consciente del progresivo deterioro del centro histórico, de su pérdida de población, degradación de sus servicios, dotaciones y viviendas, considera absolutamente obligado y necesario superar esta realidad encauzada a la marginalidad. Con total convencimiento creemos que su regeneración solo es posible aumentando su ocupación habitacional con un grado de confort y sanidad satisfactorio, protegiendo la calidad identitaria del barrio y aprovechando la oportunidad de subvenciones que refiere el plan de ayudas de financiación europea Plan de Rehabilitación Trasformación y Resiliencia.
Gracias a las personas comprometidas que apoyan este proyecto de revitalización del Centro Histórico, sin ellas nada de esto sería posible.
Renacimiento del Patrimonio Histórico es una asociación sin ánimo de lucro que tiene como objetivo revitalizar el Centro Histórico de Miranda de Ebro. Desde la asociación abogamos por la transparencia y publicaremos toda la información relativa de la misma: constitución de la sociedad, ayudas, subvenciones, convenios y estado de cuentas para que cualquier ciudadano lo pueda consultar.
El día es frío y soleado. Puede apreciarse su nitidez alzando la vista más allá de los balcones del tercer piso de la casa rehabilitada de enfrente.
Vuelvo a bajar la mirada sobre el mismo edificio y, tras el doble cristal del balcón, pero en el primero, veo a un señor mayor observando las flores de su jardinera. El olor a pan caliente inunda la estrecha calle. Sin duda, la concurrida panadería que está cincuenta metros adelante tiene la culpa.
Los golpes de martillo sobre el puntero, llaman mi interés por el escaparate del taller de escultura que se sitúa justo a la izquierda de mi paso.
Miro el reloj. Creo que llego puntual. El asesor de fincas me dijo que su oficina estaba en la esquina con la calle izquierda. Espero no equivocarme. Me dijo literalmente, “Antes del cartel la tienda de arreglos EL MANITAS”.
En la placita de mi derecha, un padre se lamenta. “Ni media hora limpio.” Le espetaba a su hijo que con el balón mojado por el riego mañanero de la calle, ya había conseguido que el pantalón vaquero azul, también fuera ahora marrón oscuro. “¡Ale! Toca subir otra vez hijo. Vas a lavar tú los pantalones.” Y desapareció con el cierre de la puerta del número 8.
Al fondo, el murmullo de un grupo de visitantes a la reciente iglesia restaurada situada al fondo. “No sé qué de Chantre,” se oye decir a uno.
- ¡Ah! Llegué. Aquí es.
SAN JUAN ELÉCTRICO PASABA
La pantalla hablaba de una guerra que entonces todo lo arruinaba y las tropas de Napoleón en el templo se cobijaban, mientras lo expoliaban, destruyéndolo.
Con sus amigos consumía ahora un momento de la adolescencia observando cómo la historia tejía los arcos góticos, cómo iba cambiando el edificio, entre animales tallados en la piedra, pero sobre todo, le causaba curiosidad y cierto temor el rostro de un diablo que se observaba esculpido en una ménsula...
Se sobresaltaron y rieron burlándose de la representación del Maligno, nada querían de esas maldades, ya había en el mundo bastantes. No era ese edificio el derruido ejemplo medieval de un barrio casi abandonado, alicaído, que recordaban sus padres.
En esa iglesia de San Juan Bautista que destripaban por la red cibernética, fascinante, había disfrutado los conciertos que hacían resonar lo mejor de lo antiguo, aprendiendo de los pasados tiempos. Restauradas las viejas casonas, habían sido repobladas por parejas jóvenes, con ayudas del ayuntamiento varias y los comercios habían vuelto a abrir como antaño entre callejas y plazuelas, donde los niños jugaban sin temor al tráfico, cerca el lento y hermoso discurrir del río: acontecimientos que pasan y no vuelven, cada instante, cada hora, cada día...
Hicieron el trabajo para el colegio recopilando datos de otras épocas que explicaban lo que eran, quiénes éramos... Una pesadilla emergió con el rostro del demonio pero al despertar se santiguó y encomendó al buen Dios, el sol cubrió las sombras pronto, lleno todo de color: a clases de nuevo.
Se lo contó entusiasmado a sus padres: la profesora se había desbordado en alabanzas y felicitaciones. Cuando pasó junto al monumento religioso, miró al cielo, imaginando cómo era aquella época de espadas y lanzas, sin ordenadores, y consultó luego su teléfono. Ahí aparecía una satánica foto. La borró.
ALLENDE
El pequeño se asió a la mano de su padre, que con la otra señalaba la orilla de enfrente: “Allí, bajo los rascacielos, se levantaba una ciudad.
SINONIMIA
Remontó con esfuerzo la cuesta de los Judíos y, agotada, descendió por Ia calle Independencia. Movimiento pendular. Su mirada reposaba sobre las aguas.
DONDE ACABAN LOS AMORES
Salimos compungidos del camposanto.
Yo iba junto a la viuda, que con mirada ausente no acertaba a cogerme del brazo. Nos dirigíamos a la cafetería CANTERA de la flamante iglesia de San Juan recién restaurada.
Separado de una persona tan querida, una terrible añoranza me encogía el corazón hasta el tamaño de un grano de café.
Las lágrimas, se evaporaban sin derramarse.
Los asistentes al sepelio se iban desperdigando, después de reiterar sus condolencias a la doliente dama, sin prestarme atención.
Tan solo el sacerdote, me sujetó la mano para consolarme.
Era lo que yo pensaba. Siempre fui un iluso.
Tiró con fuerza y con la otra mano, me atizó un capón en la coronilla.
- " Vuelve p´a dentro".
No era el cura oficiante. Era el dinámico Chantre de Calahorra y yo era el muerto.
Su mano descarnada de largas y centenarias uñas, clavaba sus huesos en la mía. A la espalda cargaba un pesado saco de yeso.
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